Nuestra escuela es un espacio de acogida para los jóvenes que por diversas circunstancias han sido segregados del sistema educacional: desertores escolares, retraso pedagógico, déficit atencional, trastornos de aprendizaje, desescolarización, drogadicción (tenencia, consumo, microtráfico y tráfico), conflictos con la ley, familias disfuncionales y violencia intrafamiliar, embarazo adolescente, padres y madres solteras, problemas disciplinarios de agresión verbal y física, que sin lugar a duda son la principal característica de nuestros estudiantes y su núcleo familiar el cual presenta en su generalidad una situación sociocultural y socioeconómica crítica y por lo tanto de extrema vulnerabilidad.
Es nuestra escuela un espacio en el cual las principales fortalezas radican en aceptar a todos los estudiantes con sus debilidades y potencialidades, comprometiéndonos con su realidad y contexto sociocultural inmediato. El perfeccionamiento docente por lo tanto, está enfocado a jóvenes con riesgo social, siendo una característica individual que facilita la relación con ellos, principalmente en la instauración de una política del “buen trato”, el que nos entrega favorables resultados en la resolución pacífica de problemas, mediante la negociación y mediación escolar. Es por eso, que nuestro compromiso va ligado a superar estandares de rendimiento académico, incentivando la asistencia a clases y desarrollo de un sentido de pertenencia al colegio, en sí que nuestro colegio siga siendo una opción válida para aquellos jóvenes excluidos del sistema educacional tradicional, luchando siempre por evitar la deserción escolar, de tal modo de reinsertar a nuestros alumnos en el sistema educacional recuperando de este modo jóvenes de la vulnerabilidad social extrema en la que se encuentran (según índice de vulnerabilidad escolar (IVE) 98 %. Año 2008).
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